lunes, 9 de enero de 2012

Homilia del P. Camilo Bernal en la Eucaristía de Clausura

Homilia del P. Camilo Bernal, Superior General de la Congregación de Jesús y María, en la Eucaristía de Clausura de la 65 Asamblea General Ordinaria



Muy queridos Hermanos:

Los saludo a todos, con profundo amor en Jesucristo, con inmensa confianza en cada uno de Ustedes y de todos los eudistas, los asociados y amigos de nuestra Familia Eudista; tengan la certeza de que pondré, en esta obediencia, todo mi corazón, voluntad, inteligencia y espíritu de servicio.

Mi primera palabra es para recordar al P. Michel Gérard, buen hombre, una gran persona, un ser humano maravilloso. Dios lo ha llamado a estar en su Reino pero sigue aquí con nosotros dándonos valor, infundiéndonos coraje, animándonos a buscar nuevos caminos. Los invito a que tengamos siempre para con el P. Michel, una palabra de gratitud.

Espero que, con esta elección de Superior General que Ustedes han hecho, no me vaya a suceder lo que le escribió el P. Rafael García Herreros al P. Arturo Echeverri, cuando éste fue nombrado asistente general residente en Roma, en octubre de 1966, decía: “No sabes cuánto he sentido tu nombramiento… Se me cayeron las alas, se me destruyó la ilusión. Ahora estarás tú, en Via dei Querceti, subiendo las escaleras de mármol en la terraza, mirando los inmuebles posiblemente a lo lejos, mirando el Coliseo, de vez en cuando yendo a la Curia, es decir, hecho un estúpido. Cuando aquí tenías todo un inmenso campo para crear, para expresarte, para realizar la vida. Caíste en el señuelo palaciego, es increíble”. Confío que el P. Rafael García Herreros no se enojará conmigo y, desde el cielo, donde tengo la certeza se encuentra, me acompañe, me conceda su fortaleza e interceda por mi ante el Señor. 

Debo confesar ante el Señor y todos Ustedes, mi pecado e indignidad para asumir una responsabilidad que exige tal santidad. He leído con atención el numeral 128 de las Constituciones que habla de las cualidades del Superior General; debo decirles, con toda sinceridad, que fuera de ser presbítero y tener más de 5 años de ordenado (por cierto, este año cumplo 25 años de sacerdocio), poseo, de forma mínima, las demás cualidades que allí se enuncian; suplico, entonces, el perdón por mi vida, por mis infidelidades, por mis desamores. Me confío a la bondad de Ustedes, mis hermanos, a su misericordia, a su comprensión y a sus oraciones para que el Padre de las Misericordias se digne tener compasión de este pecador.

A todos les expreso mis sinceros agradecimientos por pensar que puedo asumir esta obediencia, a la cual respondo con el temor natural que implica semejante responsabilidad pero con la confianza puesta en Jesús a quien todo le debemos y con la seguridad de que nuestro Padre y Fundador, San Juan Eudes, tendrá a bien sostenerme, regalarme la porción de su espíritu que me corresponde su sucesor y la fortaleza para entregar mi vida para la gloria de Dios y el bien de la Iglesia.

Por supuesto, agradezco a Dios, al Dios de la Vida, por manifestarme su Divina Voluntad la cual acepto de corazón pues he aprendido a vivir en confianza y soy testigo de su presencia permanente en todos los detalles de mi vida.

Cuando estudiaba ingeniería y matemáticas conocí El Minuto de Dios; corría el año 1973 y tenía 18 años. Todas las semanas tomaba un bus para ir 2 o 3 veces por semana al barrio Minuto de Dios; siempre que caminaba de mi casa hasta la estación del bus, cantaba la misma canción: “sin santidad nadie verá al Señor, pero yo se que lo veré y con su Espíritu me santificaré.” Sin falta, repetía y repetía la misma canción; sentía una emoción grande pues para mi, ir al Minuto de Dios era, y lo es también hoy en día, llegar a un lugar santo, escogido por Dios; mi corazón latía de emoción y le prometí al Señor ser santo.

Con el tiempo, mi desarrollo personal y las circunstancias de la vida, entendí que la santidad es cosa seria, es una gracia, y no es tan evidente lograrla; sin embargo, seguí luchando, conocí personas maravillosas que guiaron mi camino, que me dieron ejemplo de vida, en particular los eudistas Rafael García Herreros y Diego Jaramillo – por cierto, el decano de esta Asamblea - y que, en medio de mis debilidades y pecados, siempre, como buenos padres, me animaron a continuar con mi entrega a Jesús como mi Señor y Salvador.

Por supuesto, la realidad más fuerte que he experimentado en mi vida es la presencia del Espíritu Santo; sin duda alguna, hoy puedo decir que todo se lo debo a El, que siento su presencia y que quiero siempre ser poseído por El. He aprendido a amar a Jesús, a doblegar mi vida y mis aspiraciones a su amor infinito, he buscado su voluntad y a desapegarme con libertad; he sentido que mi vida, que ha sido feliz en medio de las luchas y tropiezos, ha sido un permanente desarraigarme de todo y de todos, dejar la zona de confort y remar mar adentro confiado en la Providencia Divina.

Por qué le cuento ésto? Porque creo que como mi historia, así es la de cada uno de Ustedes; cada eudista tiene su propia historia, cada uno tiene su propio camino. Y, si nos ponemos a pensar, siempre ha sido Dios quien nos elige, nos busca, nos quiere para si, nos necesita para hacer su Obra, la suya, la de El, no la nuestra, la obra de la Congregación. En cada uno de Ustedes existe una historia semejante; tengo certeza que cada una de sus historias de vida, es más desafiante, más bella, más conmovedora que la mía. Eso somos los eudistas: historias de vida bendecidas por Dios y eso es lo que decidimos poner en común: las bendiciones de Dios en cada vida eudista.

En las Obras Completas encontramos estas palabras de San Juan Eudes conocidas de todos:

"Recordad que Dios estableció la Congregación en su Iglesia y que por su gracia os llamó a ella, para los tres fines siguientes:
1. Para daros los medios de alcanzar la perfección y la santidad que requiere el estado eclesiástico.
2. Para trabajar en la salvación de los hombres mediante las misiones y demás funciones sacerdotales. Esta fue la obra de los apóstoles y de Nuestro Señor. Es tan grande y divina que pudiera parecer la más importante: divinorum divinissimum.
3. Sin embargo hay una que las supera a todas y es trabajar por la salvación y la santificación de los eclesiásticos. Porque significa salvar a los que salvan, dirigir a los que dirigen, enseñar a los que enseñan, apacentar a los que apacientan, iluminar a los que son la luz del mundo, santificar a los que son la santificación de la Iglesia... Este es el tercer fin que Dios se propuso al establecer en la Iglesia nuestra pequeña Congregación y para el cual nos ha llamado por una misericordia inescrutable, a nosotros, que estamos infinitamente lejos de merecerlo". (O.C. X, p. 417) 

Tengo la certeza de todos hemos leído muchas veces estás palabras que sirven de introducción al capítulo II de nuestras Constituciones. Son claras, diáfanas y contundentes. Todos solemos insistir que nuestra Congregación tiene 2 tareas fundamentales: “colaborar en la obra de la evangelización y en la formación de buenos obreros del evangelio” (Const 10). De ellas hablamos, sobre ellas pensamos y planteamos diversas acciones.

Sin embargo, para San Juan Eudes, la Congregación tiene 3 fines y el primero de ellos expresa que la Congregación debe darle a cada eudista “los medios para alcanzar la perfección y la santidad que requiere el estado eclesiástico”. Les ruego me disculpen que repita: la Congregación tiene el deber fundamental de ayudarle, a cada eudista, a alcanzar la perfección y la santidad.

Permítanme que les comparte algo que he venido pensando en estos días: El verdadero desafío que tenemos los eudistas, de todas las Provincias, en todo el mundo, es hacer de nuestra Congregación una verdadera “Escuela de Santidad”. Desde allí surgirán los “caminos nuevos” la verdadera innovación que estamos buscando! Por cierto que Steve Jobs, que acaba de morir, definió la palabra “innovación” como “el arte de darle a las personas lo que quieren antes de que ellas sepan lo que quieren”. Podríamos aplicar esta definición para nuestra misión: Entregar a Jesús antes de que la gente sepa que lo que quiere es a Jesús!

Estamos viviendo los días de Navidad en los que recordamos a la Sagrada Familia de Nazareth, Jesús María y José. Juan Eudes buscó que cada casa de la Congregación, cada comunidad local, fuera una imagen viva de la Sagrada Familia; buscó que todas las virtudes que reinan en la Sagrada Familia en grado supremo, sean practicada en cada Comunidad; así que cada casa “sea una escuela de virtudes y de santidad para todos los que a ella llegaran y que cada eclesiástico de la Congregación sea verdaderamente sal de la tierra, la luz del mundo, el buen olor de Jesucristo en todo lugar, un ángel visible y un vaso de honor y de santificación, útil al Señor y preparado en toda clase de buenas obras.”

Estas palabras nos llevan a pensar en la imposibilidad de realizar los ejercicios de las misiones o los ejercicios de los seminarios con éxito, si no trabajamos decididamente en la búsqueda de la santidad de cada eudista mediante el desarrollo de las virtudes cristianas.

Juan Eudes bien pronto entendió lo que significa ser santo y buscó la santidad con todo su corazón. Fue un hombre sincero, auténtico, audaz, con espíritu heroico. Cuando publicó Vida y Reino de Jesús en las almas cristianas, tenía claros los conceptos y, al proponer a los fieles una ruta para implantar a Cristo en el corazón de cada persona, es seguro que él mismo lo practicaba y lo siguió practicando a lo largo de toda su vida. Lo fundamental del pensamiento de Juan Eudes se encuentra en Vida y Reino; tenía 36 años. Cuando funda la Congregación, a los 41 años, es decir, 5 años después de haber escrito Vida y Reino, es de esperarse que no tuviera aún grandes innovaciones que introducir.

Por todos es conocido que Juan Eudes espera varios años para dotar a la Congregación de una legislación escrita. Sin embargo, hacia 1648, redacta el opúsculo conocido por nosotros como las Reglas Latinas: La Regla del Señor Jesús y la Regla de la Santísima Virgen María. Es importante notar que dichas Reglas, compuestas por textos de la Escritura tejidos para argumentar unas ideas, en el fondo, se corresponden con su pensamiento de Vida y Reino.

En Vida y Reino, Juan Eudes se pregunta cómo hacer vivir y reinar a Jesús en nosotros? Para ello, plantea 4 fundamentos de la vida cristiana: La fe, el odio al pecado, el desprendimiento del mundo y la oración. Dice que unas vez establecidos dichos fundamentos en la vida del cristiano, éste debe trabajar en el tema de las virtudes cristianas. Es decir, que la implantación de Jesucristo en el corazón del creyente exige la fundamentación de su vida y  el ejercicio de las virtudes.

Para los eclesiásticos que llegan a la Congregación, sigue el mismo camino: Primero, propone 4 fundamentos de la Congregación: la Gracia divina, la Cruz del Señor, la Voluntad divina y, una especial devoción hacia Jesús y María. Y, acto seguido, en la Regla del Señor Jesús, nos recuerda que estamos obligados a renunciar a Satanás, a sus obras y seducciones; y, a adherirnos  Cristo, a revestirnos de su imagen, a permanecer en El, a vivir por Cristo, con El  y en El y, a dejarnos conducir por el Espíritu de Cristo.  La Regla de la Virgen Maria, tiene por objeto que todos los hijos de esta Congregación seamos iniciados en las virtudes cristianas y sacerdotales, asunto que tiene plena vigencia hoy en día.

La lógica es semejante: Fundamentos de la vida cristiana, Fundamentos de la vida sacerdotal; renunciar al mal en todas sus formas y adherirse al único bien: Jesucristo con el fin de recibir el don del Espíritu Santo. Es una lógica simple, sencilla, contundente y, de pasó, es necesario expresar que muy de actualidad pues es la misma lógica que han propuesto los Obispos de América Latina, reunidos en Aparecida (Brasil), en mayo de 2007, en el capítulo IV, en el que explican la vocación de los discípulos misioneros a la santidad.

Leyendo las Reglas Latinas y el Directorio Espiritual me parece encontrar un tema muy relevante en San Juan Eudes que, quizá, nosotros hemos descuidado y que podría ser clave para el futuro de la Congregación en este siglo XXI. En mi opinión, no debemos esperar fórmulas nuevas; lo verdaderamente innovador, los “caminos nuevos”, están en la mente y el corazón de cada eudista; tenemos el desafío de repensar y recrear la Congregación para el siglo XXI. Ello implica ver con gran cuidado lo que está sucediendo a nuestro alrededor y volver a vivir el espíritu de Juan Eudes con el mismo ardor, la misma pasión y audacia semejantes a como él vivió en el siglo XVII.

Si somos sinceros y humildes, sin duda alguna, el mayor desafío que tenemos es hacer de la Congregación una Escuela de Santidad, a través de la práctica de las virtudes. Si logramos este objetivo, tengo certeza que todo lo demás llegará: llegarán nuevos candidatos a la probación; vendrán nuevas obras que nos permitan cumplir la misión; surgirán nuevos eudistas que quieran gastar su vida por el Reino; resolveremos los asuntos económicos; …  Y, para mi, la clave está en volver a darle valor a las virtudes cristianas y sacerdotales; en recuperar para cada uno de nosotros y para toda la Congregación el sentido de las virtudes. Seguro, así, plantearemos proyectos que nos dignifiquen y nos trasciendan.

San Juan Eudes buscó que sus hijos tuvieran una vida semejante a la de Jesús y María la cual describió como una vida crucificada, despojada de todas las cosas terrenas hasta mortificar nuestros sentidos y pasiones; una vida interior y santa, unida a Dios por el ejercicio continuo de adoración, alabanza y amor elevando con frecuencia nuestros corazones al Señor; una vida laboriosa, de trabajo huyendo de la ociosidad y ocupándose siempre en algún ejercicio que sea útil para nosotros y para el prójimo; una vida común, ejemplar y edificante por la práctica de la modestia, la humildad; una vida sujeta y reglada porque Jesús estuvo sujeto a María y María a José, así nosotros debemos estar sujetos unos a otros.

San Juan Eudes describió con todo detalle el espíritu de esta Congregación y dijo que aquel que no tuviera dicho espíritu o al menos no lo deseara, no debía ser considerado entre el número de sus verdaderos hijos. Que debíamos renunciar totalmente al espíritu de este mundo y darnos por completo al Espíritu de Jesús. Juan Eudes quiso que cada uno de sus hijos alcance la santidad y que la Congregación sea una Escuela de Santidad.

Para ello, debemos desarrollar, en particular, las siguientes virtudes cristianas: Virtud de Religión, la Caridad, la gratitud, el celo por la salvación de las almas, la humildad, la obediencia, el amor a la pobreza, la castidad, la sobriedad y mortificación, la modestia, la simplicidad, la verdad y fidelidad, el Silencio … Y, si hubiera tenido más tiempo, nos hubiera exigido aún más, ampliando la lista de virtudes!

Pero, qué hay de fondo al proponer el camino de las virtudes? Nuestro Padre Eudes buscó, sin lugar a dudas que, a través de ejercicios concretos, sus hijos fuéramos verdaderamente virtuosos. Como dice San Pablo: “ Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso, tenedlo en cuenta.”(Filipenses 4,8).

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, “la virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma … la persona virtuosa tiene hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas” (1803). Tengo la plena certeza de que esta es una reunión de virtuosos; por ello mismo, mi propuesta fundamental se orienta a buscar para cada uno y para todos el camino de la virtud, a dar lo mejor de nosotros mismos y a buscar el bien como nuestro único tesoro!

Creo que nuestros desafíos no están orientados exclusivamente a vencer los problemas que tenemos: descenso numérico, edad promedio en aumento, comunidades débiles, finanzas en crisis, asilamiento de muchos, salida de otros, … todo ello será superado en la medida que recuperemos para nosotros mismos y para la Iglesia, a la Congregación de Jesús y María como una Escuela de Santidad donde cada eudistas sea un verdadero Maestro Espiritual. El mundo moderno tiene sed de Maestros Espirituales verdaderos,  es capaz de reconocerlos y de ir hasta donde ellos se encuentran

Les estoy proponiendo que retomemos, decididamente, el camino de las virtudes pues la santidad atrae, contagia, hace feliz; lo demás se nos dará por añadidura. Se trata sencillamente de pensar que podemos ser mejores, que podemos dar lo mejor de nosotros mismos, que podemos restaurar la Congregación partiendo del perfeccionamiento de cada eudista y, esto se logra por el desarrollo de las virtudes que nos propuso Juan Eudes que son un regalo de Espíritu Santo.

Por supuesto, no es esfuerzo meramente humano, es entregarnos totalmente a Jesús levantando nuestro corazón hacia él diciéndole:

“ Oh Jesús, renuncio resueltamente a mí mismo, a mi propio espíritu, a mi propia voluntad y a mi amor propio; y me entrego por entero a ti, a tu Santo Espíritu y a tu divino amor; sácame fuera de mí mismo y guíame según tu santa voluntad”. (OE, pag 150)

Se trata de darnos por entero y dejarnos llenar de Espíritu Santo y suplicar con las palabras de Juan Eudes en Vida y Reino: “Bautízame Señor, con ese bautismo de Espíritu Santo y fuego de que habló tu Precursor, es decir, destruye en mi el pecado y abrázame en las llamas de tu amor”.

Si luchamos por buscar la santidad, siguiendo el camino de las virtudes, no como una propuesta retórica sino como una opción de vida, haremos de la Congregación una Escuela de Santidad que cumpla a cabalidad su misión dentro de la Iglesia y para el mundo contemporáneo. Vendrán muchos jóvenes amantes de Jesucristo en cuyos corazones resplandecerá el fuego del Espíritu; tendremos una Congregación misionera, ardorosa, capaz de asumir los retos de la nueva evangelización, con discípulos misioneros que proclamen la buena nueva de Jesucristo; seremos audaces e innovadores para abrir nuevos caminos para formar sacerdotes y pastores según el Corazón de Jesús; trabajaremos hombro a hombro con laicos y asociados que quieren formar parte de esta Escuela de Santidad; la Providencia Divina nos enviará recursos para financiar nuestras obras porque son las Obras de Dios; en fin, los invito a ejercer el derecho a la santidad como el derecho fundamental de esta Congregación, como el Don que Dios quiere regalarnos al término de esta Asamblea.

El Papa Benedicto XVI nos ha convocado, en su Carta Apostólica “Porta Fide” al Año de la fe, una de las tres virtudes teologales. Comenzará el 11 de octubre de 2012, en el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013. Les propongo a todos que vivamos con intensidad este Año de la fe porque creer, crea realidades.

De otro lado, debemos recordar que, en el año 2043, nuestra Congregación celebrará 400 años de fundada y, en el 2018 celebraremos los 375 años de vida de la CJM! Estamos a 30 años de los 400 años de vida! Tenemos apenas el tiempo para renovar el espíritu de nuestra amada Congregación para que ella siga siendo “lámpara que arde y que brilla; que arde de amor a Dios y que brilla ante la humanidad por sus buenas obras”.

He propuesto que realicemos, en el año 2013, un Congreso Internacional Eudista que nos permita dialogar y reflexionar sobre nuestro ser y quehacer; y, al concluir dicho Congreso, si fuere posible y el Consejo general lo tiene a bien,  propongo que se reúna de inmediato una Asamblea General extraordinaria que estructure para la Congregación el plan de navegación para los próximos 30 años, que nos permita crear nueva realidades y abrir con audacia nuevos caminos de santidad, misión, formación y misericordia para la Iglesia y para el mundo futuro.

Para concluir, entreguémonos por entero a la Madre de Dios, a la Santísima Virgen María, la llena de gracia porque en Ella resplandecen las virtudes; que Ella nos sirva a todos de ejemplo con el sí rotundo y definitivo que proclamó su alma; así se inscribió en la única Escuela de Santidad que existe, aquella que tiene por maestro interior al Santo Espíritu que nos hace virtuosos.

Juan Eudes, inspirándose en las 10 salutaciones de Santa Matilde para honrar el Corazón de María, compuso el Ave Cor Sanctissimum el cual contiene todas las virtudes que Juan Eudes propuso a los hijos de esta Congregación.

“Te saludamos, Corazón santo, … Corazón manso, Corazón humilde, Corazón puro, Corazón ferviente, Corazón sabio, Corazón paciente, Corazón obediente, Corazón solícito, Corazón fiel, Corazón fuente de toda felicidad, Corazón misericordioso, Corazón lleno de amor, de Jesús y de María.”

Juan Eudes califica con 13 virtudes al Corazón Santo de Jesús y de María; exactamente las mismas que él buscó para los hijos de esta Congregación; en realidad podemos decir que el corazón de cada eudista es santo, cuando logra impregnarse de mansedumbre, humildad, pureza, fervor, sabiduría, paciencia, obediencia, solicitud, fidelidad, felicidad, misericordia, en síntesis, cuando logramos un corazón que ame como ama el Corazón de Jesús y María. Será este camino una utopía? Creo que no lo es. Lancémonos con confianza a transitarlo, llenémonos de confianza y de esperanza.

Si fuera únicamente por nuestro esfuerzo humano, creo que estaríamos perdidos. En el Ave Cor, Juan Eudes nos propone el resto del camino:

“Te adoramos, te alabamos, te glorificamos, te damos gracias.
“Te amamos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas.
“Te ofrecemos nuestro corazón, te lo entregamos, te lo consagramos, te lo inmolamos.
“Acéptalo y poséelo plenamente, purifícalo, ilumínalo y santifícalo,
para que en él vivas y reines, ahora y por siempre y por los siglos eternos. Amén.”

Así que la ruta es; adorar, amar, entregar, inmolar y, así seremos aceptados, purificados e iluminados; entonces Jesús vivirá y reinará en el corazón de cada eudista.

Como lo expresé al inicio, no estoy planteando nada innovador; sencillamente, volver  a lo esencial, a lo definitivo. Si somos fieles en la ruta propuesta por Juan Eudes, recibiremos total bendición de nuestros Fundadores, Superiores y Padres esta Congregación, el Señor Jesús y su Madre María.

Que el Corazón de Jesús y de María nos enseñe a proclamar, para nosotros y para el mundo, el  Ave Cor que contiene y recrea el espíritu virtuoso que Juan Eudes soñó para esta Congregación.



Camilo Bernal Hadad
Superior General


Fusagasuga, 6 de enero de 2012

viernes, 6 de enero de 2012

MENSAJE DE SALUDO DE LA 65ª ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA


MENSAJE DE LA 65ª ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA

A todos los incorporados, candidatos en probación, asociados y amigos de la familia eudista.

Queridos hermanos:
Los participantes en la Asamblea General numero 65 los saludamos fraternalmente y les agradecemos la oración y el apoyo espiritual que nos han estado dando, durante nuestra reunión en Fusagasugá, Colombia.

En esta Asamblea, después de recordar al padre Michel Gerard, llamado a la presencia de Dios el pasado mes de marzo de 2011, hemos elegido un nuevo Consejo General de la Congregación. Quedó conformado de la siguiente manera:

Superior General: Padre Camilo Bernal
Vicario General: Padre Luc Crepy
Consejeros Generales no residentes en Roma: Padres Gilles Ouellet y Carlos Álvarez

Todos ellos aceptaron prestar el servicio que se les solicitó para los próximos cinco años.

Agradecimos a nombre de toda la Congregación su disponibilidad, lo mismo que a los Padres Jean Camus, Ramón Rivas, John Howard, Pierre Yves Pecqueux y Raymond Vaillancourt, miembros del anterior Consejo General, y extendimos nuestra gratitud a los Superiores Provinciales y demás hermanos de las Provincias Eudistas de Colombia y de El Minuto de Dios, por su colaboración en la realización de nuestra Asamblea.

Iluminados por el Espíritu Santo, que nos fascina por Jesús, nos enciende en el amor por Cristo y por María, y suscita en nosotros la fidelidad a los carismas que heredamos de San Juan Eudes, queremos enviar a todos ustedes un mensaje de esperanza, alegría y entusiasmo. Los invitamos a seguir buscando caminos nuevos en las obras de evangelización, formación de buenos obreros del evangelio y ejercicio de la misericordia. Es el desafío permanente que nos hacen la Iglesia y el mundo.

Esa labor debemos seguirla adelantando en la unidad y la solidaridad como partícipes en una gran familia espiritual. Queremos afirmarnos como una congregación misionera internacional que, para responder a su vocación, asume proyectos provinciales o interprovinciales con generosa disponibilidad.

Para orientar la acción del Consejo General hemos establecido un cuaderno de tareas, que le permitirá animar nuestros compromisos comunitarios y pastorales en el próximo quinquenio. Somos consientes de que esas labores no podrán adelantarse si no se cuenta con el apoyo personal y económico de todos, en la líneas definitivas por nuestra legislación.

Somos poco numerosos, pero miramos el porvenir con ilusión, teniendo en cuenta el compromiso que todos hemos adquirido, y el número de candidatos que están queriendo integrarse en nuestra familia.

Pedimos a Dios derrame sobre esta pequeña Congregación el amor de su Espíritu y nos conceda a todos abundantes bendiciones en este año que estamos comenzando.


CORDE MAGNO ET ANIMO VOLENTI

En Chinauta, a los 6 días del mes de enero de 2012

jueves, 5 de enero de 2012

Asamblea General: los asociados

Fernando Morales
Asociado eudista (México)
Provincia de Colombia 

Asamblea General, Día 8

La jornada inició con la oración de Laudes. Posteriormente, la plenaria de la Asamblea eligió al Vicario General y a los Consejeros Generales no residentes (NUEVO CONSEJO GENERAL 2012 - 2017). Después se discutieron  y realizaron las observaciones a las mociones que cada grupo de trabajo elaboró en la jornada anterior. 


Esta parte de la jornada finalizó con la Eucaristía, presidida por el P. Guillermo Acero, Superior Provincial del Minuto de Dios.


En la tarde, se hizo la corrección final en cada grupo de las mociones, y finalmente la votación de éstas en plenaria, así como la aprobación de algunas de las actas de la Asamblea.


Mañana se realizará el cierre de la 65ª Asamblea General, con la Eucaristía presidida por el Superior General de la Congregación, P. Camilo Bernal.


Imágenes de la jornada







NUEVO CONSEJO GENERAL 2012 - 2017

Durante la mañana del día 8, la Asamblea General escogió al P. Luc Crepy como el nuevo Vicario General de la Congregación de Jesús y María para el periodo 2012-2017. Su elección fue a tenor de lo presentado por Constituciones 130 de la CJM.


Asimismo, fueron designados los padres Gilles Ouellet y Carlos Álvarez Gutierrez como los nuevos Consejeros Generales para el mismo periodo, según lo presentado en Constituciones 140a.

P. Luc Crepy
Nuevo Vicario General de la CJM
Provincia de Francia

 P. Gilles Ouellet
Consejero General
Provincia de América del Norte


P. Carlos Álvarez G.
Consejero General
Provincia de Colombia


Consejo General
Izq.: P. Gilles Ouellet, P. Luc Crepy, P. Camilo Bernal, P. Carlos Álvarez

miércoles, 4 de enero de 2012

Asamblea General: día 7

En la jornada de la mañana se realizó el trabajo en grupos para retomar los temas tratados en la sesión anterior. El tema de trabajo fue el de asuntos económicos: las preguntas giraron en torno a los siguientes temas: compartir de bienes, aportes personales, aportes provinciales para el funcionamiento de la Administración General, búsqueda de fondos para el funcionamiento de proyectos de Congregación, y la Casa de Roma.

La sesiones de la tarde, se desarrollaron en la Casa Buenos Aires de los padres Vicentinos, en Chinauta. Esta casa ofrece un ambiente campestre y acogedor, que facilita el trabajo y la oración.

La tarde inició con un almuerzo, animado por un grupo de música folclórica colombiana. Posteriormente, en sesión plenaria la asamblea realizó la exposición de los resúmenes que cada grupo trabajo en la mañana. Después la asamblea presentó sus observaciones y sugerencias. 
En síntesis, la asamblea se muestra muy atenta y pide que la Congregación en general se sienta involucrada en este tema, y busque caminos que lleven a vivir en la caridad y en la generosidad, viviendo la vida conforme al evangelio, y siguiendo el principio de San Juan Eudes que dice “la regla de las reglas es la caridad”.

Finalmente, se presentó un documento de “proyecto de agenda de trabajo para el consejo general 2012 – 2017”, fruto del trabajo del comité central: con éste, cada grupo tendrá que elaborar un documento, en francés y español, proponiendo mociones y recomendaciones complementarias.